El deseo no siempre viaja en ascensor, el deseo es eterno y universal, se acomoda y acurruca en una cama, de sábanas de lino bordadas con arabescas iniciales, y también en cualquier prado, de verde hierba.
El deseo, es fugaz, rayo que no cesa, manantial inesperado, eléctrico calambre, el deseo es un volcán en erupción, y no siempre es cosa de dos.